Con mariposas en el estómago, me ato los cordones. Recuerdos de travesías infinitas, llenas de cánticos y risas.
Estas botas me teletransportan en el tiempo y me llevan a otro mundo.
Me dibujan una sonrisa.
Me llenan de añoranza.
Un sinfín de sentimientos encontrados, vienen, van, se mezclan, y se pierden con el viento.
Estas botas me llevan de camino al reencuentro de esos abrazos de antaño. Volvemos a ser aquello que habíamos olvidado, y de repente, revivimos.
Si bien, estas botas también me traen de vuelta.
Y la lágrima es en realidad dicha.
Me las desato. Me alejan, me despiertan y me devuelven al presente. Con cada retorno metamorfoseamos.
Lo que nos une es ese mismo sentimiento que resurge cada vez que nos volvemos a atar los cordones de las botas. Y nada es lo mismo, pero todo vuelve a serlo al mismo tiempo.
Y vuelve a producirse la magia.
Y vuelven a llover los recuerdos, las travesías infinitas, los cánticos, las risas y la añoranza.
Y por un momento volvemos a caminar lado a lado. A lo largo del tiempo y la distancia.
Raquel Sánchez Carballo
Ruta Quetzal 2010
Bien escrito