1. Las pupilas dilatadas, de la emoción, son del primer encuentro, cuando los ruteros llegan y se abrazan por primera vez, se sonríen sin saber que los desconocidos que tienen delante serán, al final, familia.
2. Las ojeras, repletas de aventura e ilusión, permanecen en los incansables rostros de los expedicionarios, que lo observan todo, curiosos, durante el viaje.
3. El contacto visual, verse reflejado como en un espejo en los ojos de otros ruteros, encontrarse en otras maneras de mirar. La intensidad de todo lo aprendido a flor de piel.
4. Las cuencas de los ojos inundadas de agua salada, la pena mezclada con promesas de volverse a encontrar. En este caso, la mirada no es otra que la de la sonrisa triste de la despedida. Puede durar entre 3 y 4 días al final de la expedición.
5. La sonrisa alzanzando los ojos, es la nostalgia. Cuando los ruteros hablan de la ruta como los abuelos de su infancia.
6. Quetzales en las pupilas. Así se reencuentran los expedicionarios, en cualquier lugar del mundo, con sus compañeros de aventuras.
Irene Miguel Bueno, 2015
@Irene Miguel Hermoso Irene, mucha suerte!! ❤