Recuerdo haber bajado la mirada,
hacia las nubes, el precipicio del mundo.
Volar significaba la misma tragedia:
un recuerdo más al bagage de sueños lúcidos.
Solo que esta vez fue diferente.
Despertar y sentirme en la montaña,
yendo a dormir con el arrullo infinito del camino,
con alguien diferente en el espejo.
No más viejo, con mas vida.
No cambiado, diferente.
Convencerme de haberlo vivido, no sería suficiente.
Había que seguir.
Pues no llevo conmigo más que el mundo compuesto
de todo lo vivido y amado,
a donde siempre regreso
aún cuando parezca habitar un mundo extraño.
Ese fue el comienzo,
y el abismo, ahora pista de aterrizaje,
las nubes, el mapa inmenso por recorrer,
y la mirada en el camino.
Si se flanquea, un silbido,
aferrando la cantimplora a la cadera.
Emma!! Hace mucho que no hablamos, hace 5 años que no nos hemos visto. Leer esta poesía me ha encantado y saber que estabas tú detrás me hace sonreír tanto... Un abrazo enorme, espero que nuestros caminos se vuelvan a cruzar!